Breve historia de Alsacia

Alsacia está en un rincón muy especial de Europa: justo entre Francia (a la cual pertenece) y Alemania. A lo largo de su historia ha pasado por muchas manos, y eso se nota en todas partes, desde los nombres de los pueblos hasta lo que se sirve en la mesa. Esta breve historia de Alsacia te ayudará a entender mejor su carácter y a disfrutar más de lo que la región puede ofrecerte.

Orígenes y época romana

Mucho antes de llamarse Alsacia, esta zona ya estaba habitada por pueblos celtas, entre ellos los secuanos, que ocupaban la parte sur de la región. Vivían de la agricultura, la ganadería y el comercio a pequeña escala, y mantenían contactos con otras tribus del centro de Europa. En el siglo I a.C., el avance del Imperio romano hacia el norte cambió el rumbo de la región. Julio César mencionó estas tierras en su Guerra de las Galias, al describir la lucha contra las tribus germánicas que cruzaban el Rin.

La conquista romana trajo consigo una reorganización total del territorio. Alsacia quedó integrada en la provincia de Germania Superior, con centro administrativo en Mogontiacum (hoy llamada Maguncia). Los romanos fundaron Argentoratum, la actual Estrasburgo, como campamento militar en la orilla del Rin. Con el tiempo, esta ciudad se convirtió en un núcleo urbano importante, con termas, templos, foros y murallas. Otras localidades, como Sélestat (Saliso) o Mutzig, también crecieron en torno a caminos y puestos romanos.

Estrasburgo - Historia de Alsacia
Estrasburgo. Foto: alsaciaturismo.com

Los romanos construyeron una red de calzadas que conectaba Alsacia con el resto del imperio, lo que facilitó el comercio y el movimiento de tropas. Se introdujeron nuevos cultivos, técnicas agrícolas más avanzadas y un estilo arquitectónico en piedra que contrastaba con las antiguas construcciones celtas. Además, se difundieron costumbres, monedas y el latín, que más tarde influiría en las lenguas romances.

Historia de Alsacia en la Edad Media

Tras la caída del Imperio romano, Alsacia fue incorporada al Reino de los Francos y, más tarde, quedó integrada en el Sacro Imperio Romano Germánico. Durante gran parte de la Edad Media, fue una tierra dividida entre múltiples poderes: obispos, abades, condes y caballeros feudales. Esta fragmentación se reflejaba en la cantidad de castillos que controlaban los valles del Rin y las rutas comerciales, muchos de los cuales aún pueden visitarse hoy, como el imponente castillo de Haut-Koenigsbourg, uno de los sitios de visita imprescindible en Alsacia.

Castillo de Haut-Koenigsbourg - Historia de Alsacia
Castillo de Haut-Koenigsbourg. Foto: alsaciaturismo.com

Las ciudades también ganaron protagonismo. Estrasburgo es un buen ejemplo: en 1262, sus ciudadanos se alzaron contra el obispo que la gobernaba y lograron el estatus de ciudad libre imperial, lo que le permitió actuar con independencia dentro del imperio. Esta autonomía favoreció el desarrollo del comercio, la cultura y la vida urbana. Otras ciudades, como Colmar y Mulhouse, también prosperaron, rodeadas de campos cultivados por comunidades agrícolas organizadas en torno a abadías o monasterios.

Fue una época de tensiones constantes entre los señores locales, pero también de crecimiento. Muchos pueblos alsacianos nacieron o se consolidaron entonces, y conservan hasta hoy su trazado medieval: calles estrechas, plazas empedradas y casas con entramado de madera que parecen sacadas de un cuento.

Alsacia entre Francia y Alemania (siglos XVII–XX)

La historia moderna de Alsacia está marcada por los vaivenes de la política europea. En 1648, con el Tratado de Westfalia que puso fin a la devastadora Guerra de los Treinta Años, Francia obtuvo el control de buena parte de Alsacia. Aun así, no todas las ciudades se incorporaron de inmediato. Estrasburgo, por ejemplo, se mantuvo como ciudad libre imperial hasta 1681, cuando fue ocupada por las tropas de Luis XIV. Durante este periodo Alsacia fue integrada en el reino francés, aunque conservó sus propias leyes locales (droit local) y un uso habitual de la lengua alemana en la administración y la vida cotidiana.

Durante más de un siglo, la región vivió una relativa estabilidad, pero su ubicación estratégica la convirtió en pieza clave en los conflictos entre Francia y los estados alemanes. En 1871, tras la derrota francesa en la guerra franco-prusiana, Alsacia y el noreste de Lorena fueron anexionadas por el nuevo Imperio Alemán. Esta etapa, conocida como el periodo del Reichsland Elsaß-Lothringen, duró hasta el final de la Primera Guerra Mundial. Aunque el gobierno alemán promovió el idioma y la cultura germánica, muchos alsacianos se sintieron ajenos a esa identidad impuesta.

Riquewihr - Historia de Alsacia
Riquewihr, típico pueblo de Alsacia. Foto: alsaciaturismo.com

Tras la victoria aliada en 1918, el Tratado de Versalles devolvió la región a Francia. Se inició entonces un proceso de «refrancesamiento» que trató de suprimir el uso del alemán y reforzar la identidad francesa. Pero la Segunda Guerra Mundial volvió a cambiar el rumbo. En 1940, durante la ocupación nazi, Alsacia fue anexionada de facto al Tercer Reich. Muchos jóvenes fueron obligados a alistarse en el ejército alemán, y se impuso una germanización aún más radical. No fue hasta 1945, con la liberación de Francia, que Alsacia volvió a integrarse oficialmente en la República Francesa.

Identidad alsaciana y legado cultural

Alsacia no es solo un cruce de caminos geográfico, también lo es cultural. Su historia, marcada por siglos entre dos grandes potencias, ha creado una identidad única. Aunque el francés es la lengua oficial, todavía se escucha el alsaciano, una variedad del alemán, sobre todo entre las generaciones mayores o en contextos rurales. Muchos nombres de pueblos, platos típicos y costumbres conservan ese sabor germánico.

La arquitectura también refleja esta mezcla: casas con entramado de madera, techos inclinados y flores en los balcones que recuerdan más a Baviera que a la Provenza. En la cocina, los vinos blancos (lee nuestro artículo sobre la Ruta del Vino), el chucrut o el flammekueche cuentan parte de esa historia compartida. La historia de Alsacia nos habla de cómo el pasado puede convivir con el presente, y de cómo una región puede conservar su carácter incluso después de tantos cambios.

Sobre el autor

Claude Fernández, nacido en el pintoresco pueblo alsaciano de Eguisheim, siempre ha estado fascinado por la rica herencia cultural de su región. Desde hace tiempo combina su trabajo con la creación de artículos y guías para promover la historia y el turismo de Alsacia.

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